El lobo y la luz

sábado, 31 de enero de 2009 en 22:21
Oscuridad.
No veía nada, no oía nada. Como decían los sabios lupinos, la oscuridad, al envolver, suele ser impenetrable para todos los sentidos. No veo nada, no oigo nada, no huelo ni siento nada. Es como si estuviera muerto, sin embargo, estoy vivo.
Seguía andando, seguía andando y andando, sin tiempo para el descanso. Debía encontrarla, quería encontrarla, lo ansiaba con todas mis fuerzas, pero mi espíritu decaía, porque todo esto, tan deprimente y sofocante, acallaba los aullidos de mi espíritu. Y me detuve, y aullé, pero ni siquiera el eco escuché. Nada pareció reaccionar a mi llamada, absolutamente nada. Aquello me descorazonó. Ya no había razón para seguir. Ya no había tiempo, ni fuerzas, ni espíritu. No soy dignó de pertenecer a la manada, no he sabido encontrar el camino de regreso...

<<...Entre la miseria hay un punto de luz...>>

Las palabras de mi gente retumbaron en mis oídos. Un punto de luz... un punto de luz... Olfatee en vano; la luz no tiene olor. Agucé el oído en vano; la luz no emite sonido. Escudriñé en la oscuridad, entrecerrando los ojos, pero también fue en vano, porque no había atisbo de luz en ninguna parte... Como dije, la oscuridad es impenetrable...

Me dejé caer, vencido. Ya no había razón para continuar. Me quedaría quieto, a la espera de la muerte.
Era irritante pensar que después de todo me estaba dejando vencer por la muerte, pero no tenía otra salida, porque ya no quería seguir vagando por aquel sitio interminable y eternamente oscuro el resto de mi vida. Moví la cabeza, no sabía cuál era el suelo ni cuál el cielo, sólo evoqué en mi mente la imagen de la luna, nítida, real... y aullé con las últimas fuerzas de mi espíritu.

Y una suaves manos acariciaron mi pelaje, y una dulce voz llegó a mis oídos, cautivándome, curando las heridas de mi alma. Estaba casi seguro de que se trataba de la muerte, encantada de tenerme al fin entre sus brazos, pero...

<<...Pero entre la miseria hay un punto de luz...>>

Alcé la cabezam podía verla, pequeña, casi imperceptible, pero la veía y era eso lo que importaba.
La luz.
Me levanté y avancé hasta ella, sin saber si caminaba o me arrastraba hacia aquel punto, que se hacía cada vez más grande, ese punto majestuoso que se alzaba entre esta oscura miseria.
Y lo alcancé, y sentí que abría los ojos por primera vez.

Y morí. Y así acabó mi viaje.

<< No llores, pequeño lobo. Entre la miseria hay un punto de luz. Siempre. >>

L.A.Z.

1 Responses to El lobo y la luz

  1. WaliWonka Says:

    waaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa
    Lo amé, fue tan...tan...no sé
    pero me gustó mucho!!!!!
    Nunca dejes de escribir porque para esto naciste.

    Te loveo xDDD

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